Reflexión lunfarda: El camino de Jesús, el Divino Maestro

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17884384_1642758215766689_61939621063196622_n (1)La reciente conmemoración de la Semana Santa o Semana Mayor de la Iglesia, y el sentido recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección, de nuestro Señor Jesucristo, a través de los sagrados textos evangélicos, nos aproxima hoy, de un modo cálido y entrañable, a la eterna figura del Mesías, Salvador o Redentor del mundo, y del Divino Maestro; y la voz mística lunfa, en un momento de meditación interior y reflexión profunda, le canta al auténtico y luminoso camino de Jesús, que nos conduce hacia Dios, el amor fraternal, la humildad, la justicia, la paz, la fe, la esperanza y, los grandes valores espirituales y humanos. Ese camino que, nos señala la ruta del bien, la nobleza, la honradez, la probidad, y la rectitud y pureza de conducta; subrayando, las propias palabras del Señor, cuando decía: “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos; bienaventurados los mansos y humildes, porque ellos heredarán la tierra; bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados; bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán saciados; bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia; bienaventurados los que tienen puro su corazón, porque ellos verán a Dios; bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados Hijos de Dios, y bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Hoy, más que nunca, necesitamos, de una manera urgente y perentoria, el tan aleccionador y edificante ejemplo, modelo o paradigma, y el camino de Jesucristo; el ejemplo y el camino de verdad, honestidad y transparencia, en el contexto de un sociedad y un país actuales, donde suelen prevalecer las desigualdades e injusticias, la corrupción, la infame impunidad, las acciones dolosas y delictivas, la ruin mendacidad, las falsas promesas, la defraudación y el vil engaño. El ejemplo y el camino de Jesús, en medio de una sociedad y un país, donde se castiga, se hiere, se agobia, se oprime y se perjudica, a las personas buenas, honradas y laboriosas, que trabajan y luchan, humilde y silenciosamente, cada día, en favor de la Patria (las tristes y obscuras perdedoras, de la realidad), y por otra parte, se ampara, premia, favorece y beneficia, a quienes, carecen de trayectoria y de probados méritos, violan e infringen las leyes, delinquen, de una forma permanente, se enriquecen, con patrimonios colosales, y, en nada contribuyen y nada le aportan al pueblo y a la comunidad (los exitosos ganadores o triunfadores, del conjunto social). El ejemplo y el camino de Jesús, en una sociedad y un país, del “más de lo mismo”, donde se habla cada vez y se trabaja, cada vez menos; abundando la exorbitante y casi inagotable verbosidad, de las excesivas y vanas palabras, que después, infortunadamente, no cambian nada, no modifican situación alguna,  ni se reflejan y traducen en proyectos viables,  soluciones efectivas, resultados tangibles, concretos y valederos y, en la satisfacción económica y el bienestar de la gente, las clases trabajadoras y la masas populares… El ejemplo y el camino de Jesús, con su doctrina de amor, humildad y fraternidad, y sus sabias y sublimes enseñanzas; ese camino que, es, en definitiva, la senda de la educación y del trabajo. Sin educación y sin trabajo, una sociedad y un país, no tienen salida ni futuro alguno…  No podemos esperar resultados distintos, haciendo siempre lo mismo, y Los Hombres, como los árboles, se conocen por sus propios frutos…

El camino de Jesús, por Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro académico correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.

 Hoy, te bato este ruego, Jesús mío, mi debute pastor, mi fiel gomía, cuya posta y eterna compañía, ha llenado en mi cuore, un gran vacío. Frente a vos, como un pobre chichipío, yo te pido tu amor y tu alegría, sin más broncas, afano, fulería, grupos, curro, balurdo y tanto lío… Yo te pido tu luz y tus parolas, sin chantunes, que van de nenes piolas, egoísmos, y un morfi que no alcanza… Y que siempre, junando el buen destino, siga entonces, che, flaco, tu camino, de mistonga humildad y de esperanza. Tu camino polenta y verdadero, que me copa, de pronto, y me ilumina, inundando, al llegar cada matina, el bulín tan cafiolo y petitero. Tu camino, sin garca matufiero, sin bajones, sin biaba y sin espina…, que me pinte la paz, lunga y genuina, y un cachito de gozo, muy canchero. Tu camino, sin mal ni sabalaje, que bocine y chamuye su mensaje de chipola Evangelio y de bondad… Y que pleno de embale y de consuelo, hoy, me dé, con espíritu fratelo, una yeca de vida y hermandad.