Recordando a la docente, Ángela Armando (1906 – 1978).
La educacionista, Ángela Armando (1906-1978), junto a dos de sus ex alumnos.
La página evocativa de la fecha, con particular emoción y sentimiento, la dedicaremos a recordar la figura, de la destacada educacionista, Ángela Armando, una mujer, de prolongada y fecunda trayectoria, en el campo de la docencia, a la que siempre se entregó, de una manera espontánea y generosa, durante muchos años, de una firme y sostenida labor; haciendo de ella, un auténtico y verdadero apostolado. Nacida en Chivilcoy, el 21 de abril de 1906, en el modesto hogar de dos inmigrantes italianos: Don Carlos Armando, un tesonero y honrado zapatero, con gran rectitud moral, y una inquebrantable contracción, hacia el trabajo, y Doña Cristina Laurito, consagrada, humildemente, a las tareas domésticas; desde la etapa de su adolescencia, se manifestó en su espíritu, una profunda y sincera vocación, por la enseñanza. Abrazó, así, la digna y hermosa carrera del magisterio, e inició sus respectivos estudios, en las aulas de la Escuela Normal “Domingo Faustino Sarmiento”, de nuestra ciudad. Allí, hubo de obtener su correspondiente título de Maestra Normal Nacional, en la década de 1920. El diploma – un alto honor para la flamante profesional de la docencia -, se hallaba firmado, por el entonces ministro de Justicia e Instrucción Pública, de la Nación. Ángela Armando, ingresó luego, a los ámbitos, de la antigua y tradicional Escuela Normal, y bajo ese azul y límpido cielo escolar, a través de varias décadas, de una fiel y comprometida actividad, supo recorrer, un paciente y bello sendero, al servicio de la educación y de la infancia; caracterizándose, por su espíritu culto y exquisito, sus finos modales, su particular dulzura y, su profundo e inagotable amor, a la niñez y cada uno de sus alumnos. Alta, rubia y elegante, luciendo su guardapolvo, blanco e impecable, siempre se la veía y observaba, en el salón, junto al escritorio, el pizarrón y los pupitres, con esa natural capacidad didáctica, su franca y luminosa sonrisa y, una cálida y tierna actitud maternal, que la identificaba y definía, en todo momento y circunstancia. Fue testigo y también, partícipe, de diferentes acontecimientos, acaecidos en el familiar escenario, de la Escuela Normal “Domingo Faustino Sarmiento”, como la inauguración del mástil, de dicho establecimiento educativo, el 11 de abril de 1940, o la inauguración de un busto del Padre de la Patria, y la plantación del retoño, del histórico pino de San Lorenzo, el 26 de abril de 1950, Año del Libertador General San Martín. La docente Ángela Armando, falleció en Chivilcoy, el 16 de julio de 1978, y sus restos, descansan en el cementerio municipal, de nuestra ciudad. Pero aún perdura, la honda e inolvidable memoria, de una noble y querida maestra, a quien sus alumnos, llamaban “Angelita”, y que dedicó gran parte de su existencia, a sembrar, día tras día, en el corazón de tantos niños, la eterna y fructífera semilla, del saber y la enseñanza.
La maestra inolvidable (A mi tía paterna, Ángela Armando), por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano.
Humilde, luchadora y abnegada, era pasión y esfuerzo, de alma pura. Vivió por la niñez, no quiso nada… Su amor lo dio, con límpida ternura. A un sueño educativo, consagrada, brindó verdad, saber, dicha y dulzura, en la materna luz, de su mirada, en su lección, y en toda su blancura… Antorcha, voz del aula, miel y rosa, cumplió su labor fiel y silenciosa, año tras año, siempre infatigable… Y un día, se alejó de la escuelita, dejando en el recuerdo, bien escrita, su historia de maestra inolvidable.
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Fue mi querida maestra de primero inferior!! Siempre la recuerdo con mucho cariño!! Ella me enseñó a escribir y leer !!!