Reflexión lunfarda: El implacable ajuste, en el país del más de lo mismo…
En el país del más de lo mismo, frente a las crisis o debacles económicas, se practican, en forma sistemática, implacables y nefastos ajustes, contra los que trabajan, y con su labor, anónima, esforzada y silenciosa, contribuyen, más que nadie, al avance, progreso y engrandecimiento de la República y, la Patria nuestra, de cada día. En el país del más de lo mismo, donde no cambia nada – a pesar de las promesas y anuncios -, nunca pasa nada, todo queda en la nada, siempre se habla mucho de lo mismo, todos son iguales, todo da lo mismo y, todo termina siendo, “más de lo mismo”, inexorablemente, de una manera inevitable, siempre pierden y se perjudican, los auténticos, nobles y honrados laburantes. Quiera Dios, que en un futuro, no muy lejano, puedan triunfar, en un país, de bienestar y alegría, las personas que trabajan…
Las crisis, debacles o catástrofes económicas, suelen determinar, posteriormente, implacables y graves ajustes, que abruman y castigan, de una forma cruel y despiadada, a las clases trabajadoras, los sectores populares y, a una importante franja de la población, indigente y desvalida, víctima de las injusticias y las desigualdades sociales, la recesión, el desempleo, la marginación, la miseria y la desesperanza. Los feroces y dramáticos ajustes, dentro del contexto y el cuadro de situación, del país y la sociedad, del “más de lo mismo”, donde infortunadamente, no cambia nada, nunca pasa nada, todo queda en la nada, siempre se habla mucho de lo mismo, todos son iguales, todo da lo mismo y, todo termina, al final, siendo, más de lo mismo… El país, en el que, de un modo inexorable, siempre pierde y se perjudica, el ciudadano común, bueno, honrado y laborioso, que trabaja… Ese ciudadano común, anónimo y desconocido, que con profundo esfuerzo, múltiples sacrificios, y una tesonera y sostenida lucha cotidiana, va construyendo, silenciosamente, la Patria nuestra, de cada día… Ese ciudadano común, tan inocente e indefenso, sobre quien recaen, de un modo reiterado y permanente, los sucesivos y patéticos ajustes, los incrementos de precios y tarifas, los enormes procesos inflacionarios y, las pesarosas y tremendas cargas y presiones, tributarias e impositivas. El país del “más de lo mismo”, donde se repiten, a lo largo del tiempo y de los años, tres eternas e inevitables constantes: La nivelación hacia abajo, especialmente, en materia escolar, docente y educativa; la carencia de culpables o responsables, frente a un hecho de corrupción o un episodio delictuoso, y el perjuicio que, sufre y padece, la persona que trabaja. En efecto, vivimos en el seno de un país y una sociedad, donde siempre pierde el que trabaja… Hoy, más que nunca, debemos predicar con el testimonio de nuestra conducta y el buen ejemplo, recuperando los principios éticos y los valores morales, humanos, patrióticos y espirituales, juntamente, con la mentalidad, el hábito y la sagrada cultura del trabajo, el esfuerzo, el estudio, la educación y la enseñanza. Hoy, más que nunca, debemos aspirar a una nueva y promisoria Patria de trabajo, actividad productiva, estudio, saber, conocimiento, fraternal solidaridad, progreso, crecimiento y, bienestar general y colectivo; no, por el contrario, a esa egoísta, mezquina y deplorable Patria financiera, de las especulaciones bursátiles y cambiarias, la plata dulce y fácil, el gigantesco endeudamiento externo, los grandes negocios lucrativos y, el desmesurado enriquecimiento, de unos pocos privilegiados, a expensas y en detrimento, del dolor, las necesidades, las privaciones y el notorio empobrecimiento, de la mayoría… No podemos aguardar resultados distintos, haciendo siempre lo mismo, y los Hombres, al igual que los árboles, se conocen y aprecian por sus propios frutos. El único sendero posible: El luminoso y esperanzado camino de la Educación, la Honradez y el Trabajo. Sin Patria del Trabajo, el país no tiene porvenir, ni tampoco destino alguno. La República Argentina, en el actual presente y en un horizonte de futuro, habrá de salvarse, no por arte de magia, sino por la obra y el milagro del Trabajo. Hay que ponerle el hombro a la Patria del Trabajo, con sincera vocación, auténtico compromiso, clara honradez y férrea laboriosidad.
El Ajuste, por el procurador Carlos Armando Costanzo, fundador y director – organizador del Archivo Literario Municipal y el Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y la Academia Porteña del Lunfardo.
Preparate, chabón y buen gomía, que se viene el ajuste tan fulero, como un palo tremendo en el balero, que te mata, de prepo, la alegría. Preparate, a lo guapo, cada día, frente al lungo amasijo traicionero, que te pega un tortazo muy certero, y te deja, cualunque y en la vía… No arrugués, che, gilún, seguí adelante, a pesar de la mufa – lindo aguante -, la onda fiera, la depre y el bajón… Y bancando la mano del futuro, ajustate ese cinto gris oscuro, del mistongo y cachuzo pantalón. Bien atenti, escuchá lo que parlé, y no digás que yo, no te avisé.