Reflexión lunfarda: El país de la desesperanza y el más de lo mismo…
Hoy, solemos con frecuencia, percibir en las calles, la amarga y desconsoladora sensación de la desesperanza, producto del país y la sociedad, del más de lo mismo, donde infortunadamente, de un modo inexorable, siempre pierde y se perjudica, la persona buena, honrada y laboriosa, que trabaja, víctima inocente de las crisis económicas, los ajustes y recortes, los procesos inflacionarios, los incrementos de precios y tarifas, las cargas impositivas y las injusticias cotidianas… Hoy, más que nunca, necesitamos volver a ser, el país del trabajo, el potencial productivo, el esfuerzo, la lucha mancomunada, la educación y el estudio la enseñanza y el ascenso social, y el bien común, y el bienestar colectivo… De ninguna manera, el país, de la recesión, el desempleo y el achicamiento, las especulaciones cambiarias, los negocios y operaciones financieras, el enriquecimiento exclusivo, de unos pocos privilegiados, y el empobrecimiento y la miseria, de la mayoria… La República Argentina, únicamente, podrá salvarse, por obra y milagro del TRABAJO.
Con reiterada frecuencia, solemos percibir, en la calle y, en los más diversos ámbitos, esferas y sectores, de la comunidad, una obscura y amarga sensación de penoso desencanto, profunda decepción, manifiesta frustración, y gris desesperanza, respecto del presente y el porvenir, de nuestro país y de la Patria; una desesperanza que, surge y aflora, de una forma notoria y elocuente, a raíz de la carencia de perspectivas y expectativas halagüeñas, promisorias ilusiones, venturosas posibilidades y, luminosos y sonrientes sueños de futuro. La desesperanza, propia del país y la sociedad, del “ más de lo mismo”, donde infortunadamente, no cambia nada, nunca pasa nada, todo queda en la nada, siempre se habla mucho de lo mismo, todos son iguales, todo da lo mismo, y todo al final, termina siendo, más de lo mismo…; el país, trucho y berreta, atado con alambre; el país, del chanterío, la improvisación, la pavada, las pantallas y cortinas de humo, las promesas incumplidas, la ambición, el egoísmo, las injusticias y la inmensa corruptela; en el que, inexorablemente, pierde y resulta perjudicada, la persona buena, honrada y laboriosa, que trabaja, y es víctima de las reiteradas crisis económicas, los ajustes y recortes, los procesos inflacionarios, la recesión y el desempleo, los incrementos de precios y tarifas, las enormes cargas impositivas, la cruel marginación y la deplorable miseria.. Hoy, más que nunca, debemos predicar y sembrar, con el testimonio cabal, de nuestra conducta, y el buen ejemplo de vida, y recobrar, los valores morales, humanos, patrióticos y espirituales; como asimismo, la mentalidad, el hábito cotidiano y la sagrada cultura del trabajo, el esfuerzo, el estudio, la educación y la enseñanza, frente a la “anticultura del facilismo”, la nivelación e igualación, hacia abajo, las especulaciones financieras y los negociados cambiarios, la plata dulce, el enorme endeudamiento externo, el rápido beneficio lucrativo y el desmedido enriquecimiento, de unos pocos, y la decadencia y el triste empobrecimiento, de la mayoría… Hoy, más que nunca, debemos enarbolar la bandera, del país y la Patria del trabajo, el potencial productivo, el mancomunado esfuerzo, la solidaridad y la ayuda fraternales, el mejor impulso, el desarrollo progresista y, el bienestar, amplio y colectivo, para las clases populares y la gente… Hoy, más que nunca, necesitamos un proyecto de país y de sociedad, con hombres resueltos y valerosos, de inteligencia e iniciativa, empeñoso aliento, verdadera pujanza y, un ferviente y genuino patriotismo… Hoy, más que nunca, necesitamos volver a ser, un país de dignidad y de trabajo, que genere riquezas y bienes de capital; distribuyéndolos después, mediante un razonable criterio de equidad y de justicia social. No podemos aguardar resultados distintos, haciendo siempre lo mismo, y los hombres, al igual que los árboles, se conocen y aprecian, por sus propios frutos. Sólo existe un rumbo posible: El camino de la educación, la honradez y el trabajo. Sin instrucción pública, sin honestidad y, sin laboriosidad, no hay salida ni destino alguno… Ya basta de promesas y palabras, frívolas y vanas, y volvamos al trabajo constructivo, y a los valores, el aleccionador ejemplo, y el edificante y bello modelo o paradigma, de los próceres de ayer, y de nuestros antepasados. La República Argentina, habrá de salvarse, únicamente, por obra y milagro del “Trabajo”.
Patria de ayer, por el procurador Carlos Armando Costanzo fundador y director organizador del Archivo Literario Municipal y del Salón del Periodismo Chivilcoyano, y miembro correspondiente, de la Academia de Folklore de la Provincia de Buenos Aires y La Academia Porteña del Lunfardo.
Patria de ayer, que bato en este día, con su fuerza polenta y verdadera, su hondo embale y su pinta muy diquera, su jotraba fecundo y su alegría. Patria de ayer, con cuore de gomía, y alma criolla, fratela y bien canchera; su heroísmo debute, su Bandera, su moral y su flor de valentía. Patria de ayer – historia lunga y dura -, con su lucha tenaz, su mishiadura, su muñeca, su aguante y su pujanza… Quiera Dios, que el país – sueño futuro -, vuelva a ser, esa Patria del laburo, el buen morfi, la dicha y la esperanza.